MITOLOGIA GRIEGA
domingo, 27 de abril de 2014
Breve Resumen de la Mitología Griega y Sus Principales Dioses
DIOSES MAYORES: Entre Tesalia y Macedonia, en la parte más árida de Grecia, la erguida silueta del monte Olimpo se levanta en una sucesión de contrafuertes rocosos. Su cumbre, coronada de centelleantes nieves eternas, parece elevarse fantásticamente hasta el cielo.
Sobre esta montaña magnífica e imponente se erguía el “Palacio del Rey del Cielo y de la Tierra”: Zeus (Júpiter). Los acentos de su cólera resonaban estruendosamente y repercutían con violencia entre las paredes de los abismos rocosos. Encima de su cabeza, en los blancos vapores de las nubes, un águila, símbolo de su poderío, volaba sin cesar.
Y sin embargo, mucho antes de que se extendiera sobre el mundo el reino de Zeus y de que se levantara en la cumbre del Olimpo su mansión inaccesible para los mortales, con sus torres y sus murallas doradas, otros dios gobernaba seres y cosas. Era Cronos, el inexorable dios del Tiempo, a quien los romanos identificaron con Saturno. Cronos, hijo de Urano (el Cielo), sabía que el Destino lo había condenado a ser destronado por uno de sus hijos varones.
Por esta razón se apresuraba a devorar a todos los hijos de sexo masculino que tenía con su esposa Rea. Ésta, cansada de verlos desaparecer uno tras otro en el estómago paterno, tuvo un día la idea de reemplazar al hijo que acababa de nacer, con un trozo de roca cuidadosamente envuelto en primorosos pañales. Cronos cayó en el engaño y Zeus pudo salvarse.
El niño fue criado secretamente sobre el monte Ida en la isla de Creta por coribantes y ninfas, y alimentado con leche de la cabra Amaltea (uno de sus cuernos rotos se transformó después en el “Cuerno de la Abundancia”). Para que Cronos no oyera llorar a su fatal heredero, los coribantes hacían gran alboroto alrededor de su cuna golpeando los escudos con los sables.
Zeus, ya mayor de edad, empezó por liberar a su padre cautivo de los titanes y después lo desterró del Olimpo.
Destronado, Cronos huyó, encontrando asilo en el país latino donde reinaba Juno. El tiempo en que Cronos vivió en Italia se llamó la Edad de Oro. Para defender el Olimpo, Zeus tuvo que sostener terribles combates. Según la leyenda, los gigantes habían sobrepuesto montañas —Pelión y Osa— una encima de otra, formando una escalera para asaltarlo. Mas fueron rechazados por Zeus que se valió de su arma irresistible: el rayo. Mientras tanto, el crimen empezaba a aparecer sobre la tierra, y Zeus se vio obligado a castigarlo en la persona de Licaón, rey de Arcadia. Ese príncipe cruel mataba a todos los extranjeros que se aventuraban en sus Estados.
Zeus se presentó en su reino pidiendo hospitalidad, y Licaón, como desafiando al poder supremo, le hizo servir en la comida carne de esclavo. Indignado, Zeus redujo a cenizas la mansión del perverso rey y lo transformó en lobo. Pero el dios todopoderoso, que con sólo fruncir el ceño hacía temblar el Universo, tenía que rendir cuentas al Destino (Fátum). A éste se lo representaba con el globo terrestre bajo sus pies y tenía en sus manos la urna que encierra el futuro y la suerte de dioses y de mortales. Fue, pues, el Destino quien dispuso la boda de Zeus con Hera (Juno), diosa vengativa, con rostro de blancura deslumbrante, protectora de hogares y familias, mujer de compañía agradable pero de carácter irascible, y extremadamente celosa.
Zeus, el diseño del rayo, gobernaba el Universo. Cerca de él estaba Hera (Juno), su esposa, madre de Helaistos (Vulcano) - El Olimpo, era la más alta montaña griega, era la residencia de los dioses. Cronos (Saturno), dios del Tiempo, era hilo de Urano y padre de Zeus (Júpiter). Su esposa, Rea, que los romanos llamaron Cibeles, era la diosa de la Tierra. Palas Atenea (Minerva) era la diosa de la Sabiduría y de la Guerra. En el centro de su escudo estaba la cabeza de la Medusa que transformaba en piedra a aque7los que la miraban. El “Carro del Sol” de Apolo (Febo) iba de un punto a otro del Cielo. Según cuenta la leyenda, sólo este dios era capaz de conducirlo.
De la unión de Zeus con Hera nació un hijo cuya fealdad produjo la indignación materna. Asiéndolo por un pie, Hera lo arrojó desde lo alto del Olimpo hasta la isla de Lemnos. Esa tremenda caída provocó al pobre Hefaistos (Vulcano) una cojera eterna.
Arrojado de la comunidad de los dioses se hizo herrero, estableciéndose en las islas Lípari y bajo el volcán Etna, en el centro de Sicilia. El fuego que brota de esa montaña es el de la fragua de Hefaistos, a quien Zeus encargó forjar el rayo. Los compañeros de Hefaistos son los Cíclopes. Zeus pidió también a Hefaistos la edificación de la morada olímpica y por recompensa le concedió la mano de la más bella de todas las diosas: Afrodita (Venus).
La flamante pareja presentaba un singular contraste: el marido no podía embellecer y la mujer no podía afearse. Por eso vivían separados y era muy difícil encontrarlos’ juntos. De todos los dioses el más hermoso era, sin duda alguna, Apolo (Febo). Hijo de Zeus y de Latona, había nacido, lo mismo que su hermana Diana, en la isla de Delos. Pero Diana había quedado aprisionada en las orillas con cadenas de plata. Desde su niñez, Apolo había mostrado su fuerza extraordinaria estrangulando con sus manos a la enorme serpiente Pitón; que se había arrastrado hasta su cuna.
Mas adelante, para vengar a su hijo Asclepios (Esculapio), fulminado por Zeus, Apolo mató a los Cíclopes forjadores del rayo. A su vez, en castigo, el padre de los dioses lo desterra, encargándole el cuidado de los rebaños de Admeto, esposo de Alcestes. Tiempo después, Apolo, en compañía de Poseidón (Neptuno), exilado como él, entró al servicio de Laome. donde para quien edificó las murallas de Troya. Al fin fue llamado al Cielo por su padre, quien le confió el Carro del Sol.
Desde ese día se lo pudo ver, con su cabellera de oro al viento, surcando el cielo de oriente a occidente en su carro arrastrado por briosos caballos. Las Horas lo acompañaban formando una comitiva rumbosa. Gustaba Apolo descansar sobre el Parnaso acompañado por las nueve Musas.
Afrodita (Venus) nació de la espuma del mar. Era la diosa de la Belleza y del Amor. Se casó con Hefaistos, el más feo de los dioses.
Hefaistos (Vulcano) forjaba el rayo en compañía de los Cíclopes. Algunos ubicaban su fragua debajo del volcán
En cuanto a Hermes (Mercurio), aparecía siempre en lugares diferentes del Universo. Era el mensajero alado de los dioses. Se lo representa con sombrero de viaje, un bastón alado en las manos (el caduceo, alrededor del cual se enroscan dos serpientes) y alas en los pies.
Artemisa (Diana), hermana de Apolo, era la pálida y fría diosa lunar de los bosques. Su mayor placer era la caza, estaba siempre acompañada por una comitiva de ninfas, y perseguía incesantemente ciervos, lobos, jabalíes.
Palas Atenea (Minerva) era a la vez diosa de la Guerra y diosa de la Sabiduría. Su nacimiento se produjo en circunstancias extrañas. El padre de los dioses despertó un día con violentos dolores de cabeza, que le arrancaban gritos de dolor. Tomó todos los remedios de los cuales podían disponer entonces los dioses. Más todo fue en vano. Decidió, pues, ir hasta la fragua de Hefaistos y le exigió que le partiera el cráneo con un hacha.
Hízolo Hefaistos, obediente al pedido paterno, y cuál no sería la sorpresa general al ver surgir de la cabeza divina una maravillosa criatura, cuyos primeros actos no fueron los gritos clásicos de los recién nacidos, ni el pedir vino como Gargantúa, sino que empezó a discutir problemas filosóficos con las otras divinidades que habían asistido a ese fantástico nacimiento. Después del hachazo, el cráneo paterno se cerró como por arte de magia...
Sobre los mares reinaba Poseidón (Neptuno). Había luchado con Palas Atenea para dar su nombre a Atenas. Vencido por la diosa quiso vengarse noblemente
con una acción brillante y creó el caballo. Se representa a Neptuno blandiendo un tridente con el cual podía, a su antojo, desencadenar las tempestades.
En la guerra de Troya, el rey del mar estaba a favor de los griegos, pero más tarde se enemistó con Ulises que había matado a su hijo Polifemo.
DIOSES MENORES
Al igual que los dioses mayores aceptados por todos los hombres, aparecían junto a estas divinidades menores cuyo culto poseía menor extensión. Entre estas divinidades podemos encontrar a los siguientes:
Hestía: o Vesta para los romanos. Es la diosa del hogar, permaneces virgen, protectora de la familia, se identifica con el fuego hogareño.
Hécate: es la diosa de las encrucijadas y los caminos, asociada a la luna y al mundo tenebroso de las sombras y los muertos.
Helios: es el Sol. Su culto está poco extendido solapado por el culto al dios Febo.
Selene: es la Luna. Su persona esa absorbida por el culto a la diosa Artemisa.
Pan: hijo de Hermes, dios de los espacios agrestes, al margen de la civilización. Tiene cuerpo y patas de macho cabrío.
Hades: o Plutón para los romanos. Dios de los infiernos, su reino es el de los muertos, su ámbito subterráneo de las sombras. Considerado como un juez inflexible.
Ilitía: es la diosa del nacimiento, acude en ayuda de las jóvenes parturientas.
También había divinidades menores que se representaban en grupos de mayor o menor extensión: a veces en tríos como las Moiras (o Parcas), las Carites (o Gracias), las Gorgona o las Horas. Las Musas eran 9. Las Linfas son incontables, al igual que los Sátiros, Titanes o Gigantes.
Moiras: son las diosas del nacimiento humano y del destino. La primera es la que hila el hilo de la vida, la segunda hace con él el ovillo y la tercera es la que lo corta inesperadamente cuando quiere.
Gracias: son las diosas de la belleza, del encanto y de la alegría.
Horas: son los genios de la vegetación que correspondían a los tres momentos del desarrollo de las plantas (nacimiento, crecimiento y fructificación).
Musas: son las diosas del canto, de la poesía, las artes y las ciencias
DIOSES MAYORES: Entre Tesalia y Macedonia, en la parte más árida de Grecia, la erguida silueta del monte Olimpo se levanta en una sucesión de contrafuertes rocosos. Su cumbre, coronada de centelleantes nieves eternas, parece elevarse fantásticamente hasta el cielo.
Sobre esta montaña magnífica e imponente se erguía el “Palacio del Rey del Cielo y de la Tierra”: Zeus (Júpiter). Los acentos de su cólera resonaban estruendosamente y repercutían con violencia entre las paredes de los abismos rocosos. Encima de su cabeza, en los blancos vapores de las nubes, un águila, símbolo de su poderío, volaba sin cesar.
Y sin embargo, mucho antes de que se extendiera sobre el mundo el reino de Zeus y de que se levantara en la cumbre del Olimpo su mansión inaccesible para los mortales, con sus torres y sus murallas doradas, otros dios gobernaba seres y cosas. Era Cronos, el inexorable dios del Tiempo, a quien los romanos identificaron con Saturno. Cronos, hijo de Urano (el Cielo), sabía que el Destino lo había condenado a ser destronado por uno de sus hijos varones.
Por esta razón se apresuraba a devorar a todos los hijos de sexo masculino que tenía con su esposa Rea. Ésta, cansada de verlos desaparecer uno tras otro en el estómago paterno, tuvo un día la idea de reemplazar al hijo que acababa de nacer, con un trozo de roca cuidadosamente envuelto en primorosos pañales. Cronos cayó en el engaño y Zeus pudo salvarse.
El niño fue criado secretamente sobre el monte Ida en la isla de Creta por coribantes y ninfas, y alimentado con leche de la cabra Amaltea (uno de sus cuernos rotos se transformó después en el “Cuerno de la Abundancia”). Para que Cronos no oyera llorar a su fatal heredero, los coribantes hacían gran alboroto alrededor de su cuna golpeando los escudos con los sables.
Zeus, ya mayor de edad, empezó por liberar a su padre cautivo de los titanes y después lo desterró del Olimpo.
Destronado, Cronos huyó, encontrando asilo en el país latino donde reinaba Juno. El tiempo en que Cronos vivió en Italia se llamó la Edad de Oro. Para defender el Olimpo, Zeus tuvo que sostener terribles combates. Según la leyenda, los gigantes habían sobrepuesto montañas —Pelión y Osa— una encima de otra, formando una escalera para asaltarlo. Mas fueron rechazados por Zeus que se valió de su arma irresistible: el rayo. Mientras tanto, el crimen empezaba a aparecer sobre la tierra, y Zeus se vio obligado a castigarlo en la persona de Licaón, rey de Arcadia. Ese príncipe cruel mataba a todos los extranjeros que se aventuraban en sus Estados.
Zeus se presentó en su reino pidiendo hospitalidad, y Licaón, como desafiando al poder supremo, le hizo servir en la comida carne de esclavo. Indignado, Zeus redujo a cenizas la mansión del perverso rey y lo transformó en lobo. Pero el dios todopoderoso, que con sólo fruncir el ceño hacía temblar el Universo, tenía que rendir cuentas al Destino (Fátum). A éste se lo representaba con el globo terrestre bajo sus pies y tenía en sus manos la urna que encierra el futuro y la suerte de dioses y de mortales. Fue, pues, el Destino quien dispuso la boda de Zeus con Hera (Juno), diosa vengativa, con rostro de blancura deslumbrante, protectora de hogares y familias, mujer de compañía agradable pero de carácter irascible, y extremadamente celosa.
Zeus, el diseño del rayo, gobernaba el Universo. Cerca de él estaba Hera (Juno), su esposa, madre de Helaistos (Vulcano) - El Olimpo, era la más alta montaña griega, era la residencia de los dioses. Cronos (Saturno), dios del Tiempo, era hilo de Urano y padre de Zeus (Júpiter). Su esposa, Rea, que los romanos llamaron Cibeles, era la diosa de la Tierra. Palas Atenea (Minerva) era la diosa de la Sabiduría y de la Guerra. En el centro de su escudo estaba la cabeza de la Medusa que transformaba en piedra a aque7los que la miraban. El “Carro del Sol” de Apolo (Febo) iba de un punto a otro del Cielo. Según cuenta la leyenda, sólo este dios era capaz de conducirlo.
De la unión de Zeus con Hera nació un hijo cuya fealdad produjo la indignación materna. Asiéndolo por un pie, Hera lo arrojó desde lo alto del Olimpo hasta la isla de Lemnos. Esa tremenda caída provocó al pobre Hefaistos (Vulcano) una cojera eterna.
Arrojado de la comunidad de los dioses se hizo herrero, estableciéndose en las islas Lípari y bajo el volcán Etna, en el centro de Sicilia. El fuego que brota de esa montaña es el de la fragua de Hefaistos, a quien Zeus encargó forjar el rayo. Los compañeros de Hefaistos son los Cíclopes. Zeus pidió también a Hefaistos la edificación de la morada olímpica y por recompensa le concedió la mano de la más bella de todas las diosas: Afrodita (Venus).
La flamante pareja presentaba un singular contraste: el marido no podía embellecer y la mujer no podía afearse. Por eso vivían separados y era muy difícil encontrarlos’ juntos. De todos los dioses el más hermoso era, sin duda alguna, Apolo (Febo). Hijo de Zeus y de Latona, había nacido, lo mismo que su hermana Diana, en la isla de Delos. Pero Diana había quedado aprisionada en las orillas con cadenas de plata. Desde su niñez, Apolo había mostrado su fuerza extraordinaria estrangulando con sus manos a la enorme serpiente Pitón; que se había arrastrado hasta su cuna.
Mas adelante, para vengar a su hijo Asclepios (Esculapio), fulminado por Zeus, Apolo mató a los Cíclopes forjadores del rayo. A su vez, en castigo, el padre de los dioses lo desterra, encargándole el cuidado de los rebaños de Admeto, esposo de Alcestes. Tiempo después, Apolo, en compañía de Poseidón (Neptuno), exilado como él, entró al servicio de Laome. donde para quien edificó las murallas de Troya. Al fin fue llamado al Cielo por su padre, quien le confió el Carro del Sol.
Desde ese día se lo pudo ver, con su cabellera de oro al viento, surcando el cielo de oriente a occidente en su carro arrastrado por briosos caballos. Las Horas lo acompañaban formando una comitiva rumbosa. Gustaba Apolo descansar sobre el Parnaso acompañado por las nueve Musas.
Afrodita (Venus) nació de la espuma del mar. Era la diosa de la Belleza y del Amor. Se casó con Hefaistos, el más feo de los dioses.
Hefaistos (Vulcano) forjaba el rayo en compañía de los Cíclopes. Algunos ubicaban su fragua debajo del volcán
En cuanto a Hermes (Mercurio), aparecía siempre en lugares diferentes del Universo. Era el mensajero alado de los dioses. Se lo representa con sombrero de viaje, un bastón alado en las manos (el caduceo, alrededor del cual se enroscan dos serpientes) y alas en los pies.
Artemisa (Diana), hermana de Apolo, era la pálida y fría diosa lunar de los bosques. Su mayor placer era la caza, estaba siempre acompañada por una comitiva de ninfas, y perseguía incesantemente ciervos, lobos, jabalíes.
Palas Atenea (Minerva) era a la vez diosa de la Guerra y diosa de la Sabiduría. Su nacimiento se produjo en circunstancias extrañas. El padre de los dioses despertó un día con violentos dolores de cabeza, que le arrancaban gritos de dolor. Tomó todos los remedios de los cuales podían disponer entonces los dioses. Más todo fue en vano. Decidió, pues, ir hasta la fragua de Hefaistos y le exigió que le partiera el cráneo con un hacha.
Hízolo Hefaistos, obediente al pedido paterno, y cuál no sería la sorpresa general al ver surgir de la cabeza divina una maravillosa criatura, cuyos primeros actos no fueron los gritos clásicos de los recién nacidos, ni el pedir vino como Gargantúa, sino que empezó a discutir problemas filosóficos con las otras divinidades que habían asistido a ese fantástico nacimiento. Después del hachazo, el cráneo paterno se cerró como por arte de magia...
Sobre los mares reinaba Poseidón (Neptuno). Había luchado con Palas Atenea para dar su nombre a Atenas. Vencido por la diosa quiso vengarse noblemente
con una acción brillante y creó el caballo. Se representa a Neptuno blandiendo un tridente con el cual podía, a su antojo, desencadenar las tempestades.
En la guerra de Troya, el rey del mar estaba a favor de los griegos, pero más tarde se enemistó con Ulises que había matado a su hijo Polifemo.
DIOSES MENORES
Al igual que los dioses mayores aceptados por todos los hombres, aparecían junto a estas divinidades menores cuyo culto poseía menor extensión. Entre estas divinidades podemos encontrar a los siguientes:
Hestía: o Vesta para los romanos. Es la diosa del hogar, permaneces virgen, protectora de la familia, se identifica con el fuego hogareño.
Hécate: es la diosa de las encrucijadas y los caminos, asociada a la luna y al mundo tenebroso de las sombras y los muertos.
Helios: es el Sol. Su culto está poco extendido solapado por el culto al dios Febo.
Selene: es la Luna. Su persona esa absorbida por el culto a la diosa Artemisa.
Pan: hijo de Hermes, dios de los espacios agrestes, al margen de la civilización. Tiene cuerpo y patas de macho cabrío.
Hades: o Plutón para los romanos. Dios de los infiernos, su reino es el de los muertos, su ámbito subterráneo de las sombras. Considerado como un juez inflexible.
Ilitía: es la diosa del nacimiento, acude en ayuda de las jóvenes parturientas.
También había divinidades menores que se representaban en grupos de mayor o menor extensión: a veces en tríos como las Moiras (o Parcas), las Carites (o Gracias), las Gorgona o las Horas. Las Musas eran 9. Las Linfas son incontables, al igual que los Sátiros, Titanes o Gigantes.
Moiras: son las diosas del nacimiento humano y del destino. La primera es la que hila el hilo de la vida, la segunda hace con él el ovillo y la tercera es la que lo corta inesperadamente cuando quiere.
Gracias: son las diosas de la belleza, del encanto y de la alegría.
Horas: son los genios de la vegetación que correspondían a los tres momentos del desarrollo de las plantas (nacimiento, crecimiento y fructificación).
Musas: son las diosas del canto, de la poesía, las artes y las ciencias
viernes, 18 de abril de 2014
HESIODO BIOGRAFIA
Hesíodo
(siglo VIII a.C.), poeta griego que ocupa un lugar de excepción en la
literatura griega, tanto por sus preceptos morales como por su estilo
coloquial.
Hesíodo
nació en Ascra, Beocia (hoy Palaioppanagia). Tras la muerte de su padre se
estableció en Naupaktos. Allí pasó su juventud, cuidando de un rebaño de ovejas
y realizando las tareas propias de un campesino. Se sabe muy poco acerca de su
vida, salvo lo que el propio autor deja entrever en su obra. Los especialistas
modernos lo sitúan en el periodo homérico de la literatura griega. Su primera
obra, Los trabajos y los días, es el primer ejemplo de poesía didáctica,
destinada a instruir más que a entretener. Esta obra relata las experiencias de
Hesíodo durante su época de campesino, y está salpicada de episodios alegóricos
y fábulas. En un estilo sencillo y moralizante, Hesíodo subraya la importancia
del trabajo y la rectitud. Ofrece consejos prácticos sobre cómo vivir, al
tiempo que proporciona recetas y normas agrícolas, e incluye un calendario
religioso con los días favorables y desfavorables para ciertas tareas del
campo. El tema principal de la obra es la decadencia moral. Hesíodo relata la
historia del mundo en cinco etapas, desde la edad de oro hasta la edad del
hierro, que él considera dominada por el mal.
También
se atribuye a Hesíodo la autoría de la Teogonía, o nacimiento de los
dioses, un poema en el que el amplio y amorfo corpus de los mitos griegos queda
sistematizado y ampliado hasta incluir nuevas divinidades desconocidas en los
poemas homéricos. La Teogonía narra la creación del mundo a partir del
caos, el nacimiento de los dioses y sus hazañas. La última parte contiene una
lista de las hijas de Zeus, padre de los dioses, así como de mujeres mortales.
Esta lista es la introducción a un poema perdido, Catálogo de las mujeres,
que narra las hazañas de los héroes nacidos de mujeres mortales. De su obra
restante no quedan más que títulos y fragmentos, muchos de los cuales se
atribuyen por los expertos a imitadores de Hesíodo, y que hoy se conoce como la
escuela hesiódica. En este grupo se incluyen el poema didáctico ‘Consejos de
Quirón’; el poema genealógico ‘Grandes eras’; y los poemas míticos ‘Boda de
Ceix’ y ‘Descenso de Teseo a los infiernos’
jueves, 17 de abril de 2014
Suscribirse a:
Entradas (Atom)